Sine nicta


Mi madre siempre me ha dicho que: "el éxito del artista, es su propia desdicha". Curiosamente esa frase me la soltó cuando, después de una temporada alicaída, dejé de escribir. Lo cierto es que después de haberle dado más de una vuelta de hoja, me sorprende con el cariño que nos tratan algunas personas -sobretodo las madres- y con el poco con el que nos tratamos nosotros. 

Lo cierto es que, yo nunca me he considerado artista, porque tampoco me considero. Y con no considerarme no me refiero a nada relacionado con la autoestima, sino a aquello que intentamos etiquetar muchas veces con nombres como "bohemio" "rastas" o "progre". No me considero nada y a veces eso me produce días como los de hoy. En los que me levanto pensando hacia dónde me estoy dirigiendo exactamente o al menos, hasta dónde pretendo llegar. 

A mis 21 años, acabada de graduar en una universidad a la que nunca quise ir y teniendo la sensación de que he dormido la creatividad que debería hacerme comer el mundo profesional al que tú también perteneces, he vivido experiencias a estas alturas que me han hecho aprender cosas muy dolorosas a las que si no las acabas simplificando, te acaban comiendo. 

En todo este recorrido, me he encontrado a gente increíble de la que poder aprender y empaparme de su conocimiento y no cansarme nunca de hacerlo. Por otro lado, documentarme sobre pensamientos de otras personas, ha sido también otro alivio para mí, después de la escritura. 

No sé cuántos e-mails te llegarán hoy en día, pero es la primera vez que entro en tu página web y ver que soy solamente un e-mail entre el millón y pico. ¿Sabes? Llegaste a mí por casualidad. Quiero decir, el Risto que escribe. En primero de carrera, sólo sabía que eras ese melenas con gafas que se dedicaba a despotricar a los triunfitos que querían ganarse el pan algún día con la voz -que qué quieres que te diga pero, no se salvaba uno, porque su personalidad brillaba por su ausencia-, al margen de ello, no tenía ni idea que eras un tío que se dedicaba a lo mismo que me dedicaré yo y desde luego, tampoco iba a saber que eras un tío que escribía con sus comas, en los sitios adecuados -todo lo contrario a mí-. No te voy a decir que he seguido tu paso porque quedará de fan loca -algo que no espero ser nunca-, pero sí puedo decir que te he leído y he ido a ver cómo hablabas entre multitud de "pollitos" que esperan dejar pronto el nido. 

La verdad es que no sé por qué coño escribo esto, pero es que el día de hoy ha sido tremendamente duro y necesitaba escribirle a alguien. Me he puesto "el rincón de pensar" -como si no pensara ya suficiente- y reflexiones como las de Pedroche o Dani Martín, me han hecho sentirme menos sola. Si te soy sincera, creo que en esta vida no hay gente rara, ni gente normal. De hecho es que no sé qué es una cosa ni otra. Creo que hay gente que hace lo que le sale de dentro y gente que vive reprimida. Gente feliz y gente no tan feliz. Gente hija de puta -porque así le han sido sus circunstancias- y gente tan buena que hace que creas en lo bonito de la vida. 
Pero creo que todo se resume más o menos en lo mismo. 

Con esto quiero decir que, al fin y al cabo, todos acabamos sacando las mismas conclusiones del camino que vamos haciendo. Porque, aunque no sea igual de duro el choque de las cosas, las pérdidas, sea quien sea, duelen. Y hablo de pérdidas porque realmente es lo único que nos hace ganar, aunque creamos que se nos despoje el alma algún lugar muy poco reconfortante. 

No sé de qué tenemos miedo si el daño y el consecuente aprendizaje, nos viene lo busquemos o no. Nadie puede evitar que su madre no fallezca por culpa de un cáncer terminal, ni nadie puede evitar que alguien deje de sentir por la otra persona, por ejemplo. No entiendo la "cabezonería" del mundo en no admitir que somos personas. En motorizarlo todo a un ritmo bestial, tanto que nos hace olvidarnos quiénes somos de vez en cuando y tengamos que hacer "reset", mandando algo a tomar por culo, porque nos hemos cansado. No sé qué coño piensa la gente -con perdón de tanta mala palabra, seguramente si me leyese mi madre me diría que no me ha enseñado a hablar así-.

He mentado mucho a mi madre ahora que vuelvo a hacerlo, me he dado cuenta. Es alguien admirable, es así chiquita, muy sonriente y preciosa, por dentro y fuera. Pero se me olvidaba hablar de mi padre, un gran hombre y al que admiro con todo el alma. Los menciono porque, pese a que seamos aquellos recuerdos que hemos ido viviendo, parte de ellos han sido formados por nuestros padres y yo, no he podido tener mejores recuerdos en mi infancia. 

Paso por una etapa algo rara, por no decir confusa. No sé cuál es mi camino, aunque intente redescubrirlo todos los días viviendo nuevas experiencias y dejando al margen querer depender de tener a alguien al lado para poder hacerlo. Quiero disfrutar de mí, descubrirme, tener miedo e ir a por el, aprender, crecer y sobretodo vivir, con todo lo que eso conlleva. 

No sé si mi sitio es un puesto de copy, de creativa, de agente de prensa, de lobby, de relaciones públicas, de cajera de un súper, de abogada, de voluntaria, de profesora de historia del arte, de trotamundos o de qué. Sé que con 21 años no lo sabré, ni con 27, ni con 40 quizá tampoco. Solo quiero ser feliz con aquello que quiero hacer y que personas como tú -que enseñan al mundo, que la vida tiene un lado bonito pese a la tristeza de las cosas- me sigan ayudando a saber, por qué he de seguir siendo así, sin sentirme con la necesidad de tacharme con una etiqueta. 

Gracias por leerme -o no, ya seguiré haciéndolo yo contigo-.
Anaïs. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario