Ex tunc

Una corbata, una camisa, unos zapatos, unos chinos, y una gabardina vistiendo a una sonrisa debajo de un bigote. Andreu, se llamaba. Era un hombre de cincuenta años que llevaba durmiendo en la calle cinco días.
  • Disculpe señorita, ¿tendría cincuenta céntimos para dejarme?
  • No, lo siento, a penas tengo ni para un café.
  • Perdone mi insistencia pero su chaqueta no dice lo mismo.
  • Ni la suya tampoco. ¿Para qué quiere el dinero?
  • Llevo dos días sin comer y estoy juntando lo que me puedan dar, para comprarme un bocadillo. No soy ningún tipo de alcohólico ni drogadicto. Sólo quiero comer.
  • ¿Sabe que ése es el típico argumento de un alcohólico o un drogadicto? No le daré dinero, si quiere puedo comprarle algo para comer, pero no llevo dinero para darle.
Accedió. Tal como le dije, no llevaba dinero para darle pero no sabía que tampoco llevaba suficiente como para comprarle un bocadillo. La cuestión fue que, al final, quien acabó mendigando céntimos fui yo. Se comió un bocadillo de jamón dulce con queso que compramos en un bar custodiado por chinos.

Todo esto, el mendigar dinero a mis amigas para darle de comer a alguien que me había mendigado, me hizo replantearme algo: ¿Desde cuándo la vida está tan cara y las dignidades tan baratas?

No sé bien a qué altura del proceso de crisis empezó esto pero, desde luego, se ha desarrollado con un fervor que asusta. Siempre he oído decir a mis padres la frase de: “la vida está muy cara y no estamos para tonterías”. Y ahora me planto yo aquí, años más tarde recordando las pataletas de mi hermano cuando no se le compraba lo que él quería. 

He de decir que nunca me ha gustado andar pidiendo nada a nadie porque pedir, es sinónimo de dar y no siempre se está preparado para dar del todo. 
Cierro el paréntesis. Y es que como cualquier círculo vicioso, pienso y eso aún me genera  más preguntas que se apuntan en una larga lista de: "cuestiones sin resolver". 

El planteamiento de esta pregunta pues, no fue sólo "hijo" de la situación que viví el otro día, sino por la sucesión de muchas historias que han ido pasándome a lo largo de mis 19 y en la aparición de los 20. 

Aunque ya tenga mis líneas escritas en otros lares, nace una nueva necesidad de ir albergando cada uno de mis pensamientos y reflexiones, en esta decisiva etapa de mi vida. "Exercere animam" emerge con el criterio de preguntarme qué tal es el mundo si lo observo de cerca y reflexiono sobre él. Dar crédito, como los bancos, de que sólo así, se logra uno encontrar. 





[Ex tunc expresión coloquial del latín: desde siempre]

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