A ti, que sé que me lees.

Me he dado cuenta desde que no apareces por mi cabeza de esa forma. De la forma en que aparecías antes; con rabia, supongo. Dudo mucho que sea la última entrada que te brinda porque he de decir que aún sigues inspirándome en muchos aspectos (sí, sí).

He de decir que, reitero lo que un día un genio se le ocurrió decir, el éxito del artista es su desdicha. Bien, supongo que la mía ya ha acabado. No tengo días como los de antes y de eso me he dado cuenta porque no escribo. Cuando escribo expulso todo lo llevo dentro y que no puedo expresar con nadie.

Hace nada te estaba escribiendo sobre la durada en el tiempo de cómo me sentía respecto a ti. Si te soy sincera se me ha pasado sin querer. Supongo que cuando uno se hace menos preguntas y disfruta más de las cosas deja de parecerle tan eterno el tiempo (sí, ya he entendido tu modus vivendi). La cuestión es que, hoy vengo a escribirte para decirte que, aunque siga echándote de menos, las cosas no están al mismo nivel aquí arriba. Echo de menos lo que eras, no lo que eres. No voy a echar de menos a un desconocido, hace al menos 6 meses que no sé nada de ti. Vengo a decirte que he llegado a tantas conclusiones como dedos tengo en la mano derecha (quizá sea la izquierda, no soy demasiado buena al distinguirlas). Entiendo el porqué de algunas cosas y la verdad es que duele menos.

Entiendo que en el momento que yo dejé de quererme, empecé a no quererte a ti. Me cerré, eso es todo. Supongo que son las consecuencias de haberme estado moviendo en un entorno tan "enriquecedor", como en el que solía moverme. Entiendo que, todo eso nos quemase. Que tu intentaras abrir con alguien que permanecía encerrado. Supongo que era como nadar a contracorriente, sumando la sensibilidad que me caracteriza. Y que al fin de cuentas sacaras una conclusión a la que yo ahora llego. Las vivencias personales son lo que acontecerá tu relación futura. Es decir, una vez uno ha crecido y ha vivido y se ha codeado de según qué gentes, luego hace como una análisis de resultados sobre los objetivos que te marcaste en un principio y observas cualitativamente cuál de ellos te benefició más.

Hay cosas en la vida que sólo podemos vivir nosotros solos. Que el tiempo que dedicamos a alguien es el tiempo que no nos estamos dedicando a nosotros, a nuestra formación, aprendizaje y a nuestro futuro. Que hay proyectos que sólo puedes llevar a cabo si cuentas contigo. Porque el contar con alguien más te parece demasiado tiempo. Te entiendo, eh. Me ha costado, pero sí, supongo que el mezclar sentimientos con razón muchas veces no es útil. Sí, útil. Estoy empezando a vivir la vida y aunque tenga un color algo nostálgico a veces porque no estás, es bonita y de vez en cuando te devuelve cierta intensidad de la que un día diste y pensabas que no volverías a tener.

Sonrío incluso cuando te recuerdo y me enfado cuando veo, en la distancia, de cómo haces algunas cosas. Pero bueno, supongo que pasa con todo el mundo que estuvo. A veces no sé distinguir en qué calidad estás, quiero decir, a veces no sé ver cuál es el grado de importancia que tienes. Ni sé distinguir bien lo que siento hacia ti; se difumina cuando aparecen otras cosas. Es como si me olvidase, aunque sigas en alguna cosa que no puedo compartir con nadie (como los proyectos que tengo en la cabeza y que espero que alguien me discuta).

La gente debe estar cansada de oír lo que viví contigo, joder, y tan cansada. Al menos, Maite. Estoy en vísperas de mi último examen y yo aquí, escribiéndote porque hoy, me acordé de ti especialmente. Cuando comprendes la cabeza se abre tanto que la sensación es indescriptible. Tenía que escribir(te)lo.





No hay comentarios:

Publicar un comentario